El 14 de julio de 1789, el pueblo francés, empujado por la pobreza extrema y las desigualdades sociales existente, inicia un movimiento revolucionario, tomando la cárcel de la Bastilla.
En realidad, esta toma es más bien simbólica, pues en su interior solo había siete presos, un enfermo mental, cuatro falsificadores, un noble condenado por incesto, y un cómplice del autor de un intento de asesinato de Luis XV.